miércoles, 2 de septiembre de 2009

El cosechador de curubas

De día azota curubas con un palo de escoba en predios de Rosales y en las noches, cuando cae el sol, patea ñámpiras de la décima en la séptima. Bueno, aclaro. De día, con la ayuda de un pedazo de palo de escoba que encontramos botado en la acera, volviendo de una agradable caminata matutina por los cerros orientales que bendicen a nuestra gran urbe, Simón dio varios palazos certeros a unas curubas posadas sobre un altísimo árbol de la cuadra rosalinda en la que actualmente habitamos. Pasó que en la noche del mismo día, subiendo a un vehículo de transporte público de excesiva lata, fue atacado en su persona y la de su mujer por un tipo de dudosa reputación que fingiendo blandir un cuchillo se abalanzó y le rapó un libro de antropología que llevaba bajo su brazo derecho, subrayado ya y a medio leer. Defensor de la cultura, el saber y la cordura, le lanzó una patada en su humanidad, obligándolo a devolverle al autor del hogar el bien precioso. Mejor dicho, gracias a Simón y su capacidad de boliar palo y pata (porque le tocó saltar bastantico) tengo ahora más semillas de curuba silvestre y montuna, que ahora reposan en las aguas que les quitarán la pasa babosa y las dejarán, ojalá, germinar.






Gracias, Simon!

ps: Y este es el libro


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