Hace unas semanas en pleno taller de yoga en la finca tuve una revelación: las cenizas de los abuelos tienen que estar enterradas acá. Porque si yo me muero, pensaba, que me entierren en el jardín. Y entonces, si eso me parecía tan obvio, ¿por qué changos estaban ellos en un osario de una iglesia que nadie visita ni para funerales? La idea ya tiene dos votos importantes: el de mi mamá y el de mi hermano. Convencido mi tío y mis primos, se haría un osario (idea de mi mamá) en la capilla. También sería una buena excusa para reunir a toda la familia, incluidas las dos nuevas adquisiciones, Mariana y Helena, comer juntos y ver el paisaje.
Así que esa es una parte del plan; la otra es hacer el compost, armar huerta urbana y finalmente montar el gallinerito; hecho eso, y acabado el contrato de la BNC, planear una temporada acá y luego, pues luego.
Hoy recogí otra vuelta de tomates, y ya las noticias no son tan optimistas. Las primeras dos rondas salieron sanas, rojitas aunque un poco insípidas. Esta tercera ronda, de unos 10 tomates pequeños, pinta mal. Uno pequeñito y rojo estaba lleno de gusanos como los de la guayaba y el otro, verde y compacto, tenía un residente apetitoso para Pumba y nadie más. Quizás me vanaglorié mucho con mi tomatada. Además, me faltó continuar con el tratamiento de ortiga y hacer la receta mejorada que recomendó Andrés U.
Otra vez tocó sembrar la quinua pues lo que se transplantó no pelechó. El surtidor de agua no estaba cubriendo todas las esquinas de la huerta, entre ellas la esquinua. Las tres matitas de coca que trasplanté a unas bolsas individuales se ven igualitas a la semana pasada. En dos semanas, a la vuelta, sabré más, y seguro me pierda el punto perfecto de las arvejas azules, que ya están en flor y contrastan sus pétalos morados y fucsia intensos con el verde fresco de las hojas de la leguminosa y con las flores blancas de las arvejas vecinas. Otras ya tienen vainitas llenas de arvejas jugosas y muy dulces. Recogeré unas poquitas y el resto para Blanca y José.
Ah, también toca transplantar las lechugas, variedad Yugoslavian Red Butterhead (cortesía de Juliana G), sacar las que están ahí, que nunca pelecharon, abonar un poco, previa operación, y echarles la bendición. Esta huerta tiene mas fe que técnica. Pronto cambiara la relación.
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