domingo, 17 de mayo de 2009

El huevo y la gallina

Pedro y Linda me dieron hace una semana la más memorable lección sobre gallinas ponedoras criollas. Tan memorable, que cuando la repetí frente a Blanca, ella aprobó (y complementó) el conocimiento impartido en la cocina del hotel. Estaba también en la cocina del hotel el nuevo ayudante de cocina, espectador silencioso del intercambio entre Pedro y Linda, quienes pasaron su infancia en el campo y me dieron todas las explicaciones para criar gallinas ponedoras orgánicas, las cuales enumero para facilidad lectoril (y escritoril, ya que son las 10:39 p.m. y debería estar haciendo otra cosa distinta a pensar en los huevos del gallo y la gallina):

1. Hay que tener unas gallinas en edad de poner y otras cuantas más jóvenes para que no se acabe la ponedera cuando las más viejas se enculequen. Para que las gallinas no se pongan nerviosas o se distraigan mucho, ponerles un gallo es lo más aconsejable.

2. Una gallina culeca (y esto va en contravía del dicho que yo conocía) es la que se queda quietita en el nido con ganas de empollar huevitos. Cuando esto pasa…

3. …se ponen unos diez a doce huevos fertilizados debajo de la gallina (según Blanca, el número de huevos tiene que ser impar) para que la gallinita los empolle.

4. Es de vital importancia poner un aro de metal alrededor de los huevos para que no se truenen, esto quiere decir que cuando hay tormenta eléctrica algo en el aire hace que los pollitos en gestación perezcan. Esto también lo confirmó Blanca.

5. Los huevos empollados que no nacen se les dicen guerados o chuchos. Pedro y Linda opinan que estos huevos son muy buenos para curar la anemia. Blanca, por el contrario,  casi se guasquea de pensar en el remedio.  

6. Más importante aún es no dejar que la gallina, por buscar comida lejos del nido, deje enfriar los huevitos y estos se mueran.

7. Cuando nazcan los pollitos, es de vital importancia no mirarlos y mucho menos tocarlos. De lo contrario, la gallina mata a su cría. Lo que se llama entecar al animalito. (Pasó hace muchos años en la finca vecina que una cabra dio una cría de dos y ambas se las manyó. Cuando esto yo debía tener unos ocho años y quizás leí el evento como un signo más de que el carro se nos iba a ir por el hueco del Salto del Tequendama, una no muy sana obsesión que me llevó, desde muy joven y por varios años, a hacer hechizos imaginario con hierbas y encantos para salvaguardar a la familia de la tragedia.)

8. Para que las gallinas que sí están poniendo se acostumbren a dejar su huevo diario en el lugar indicado se deja un huevo vacío en el nido. También, según Blanca, se puede poner un pinpón.

-Para las gallinas que andan sueltas: espiar cuidadosamente a las gallinas que ponen por fuera del corralito. Para encontrar los huevos (y presiento que de acá nace la tradición de los huevos de pascua), hay que encerrar las gallinas hasta que tengan ganas de ir al nido y seguirlas con muchas cautela. Claro que si ven que uno las sigue, se hacen las bobas y empiezan a arañar el suelo y a comer gusanos hasta que uno se voltea y zas!, corren al nido. Motivo por el cual, cuenta Pedro, su técnica predilecta consiste en treparse a un árbol para espiar desde las cumbres más leñosas los caminos secretos de las gallinas renegadas.

-Remdios: agua de sauco y limón en el bebedero para prevenir la gripe; limpiar el bebedero y el corralito cada 3 días para evitar enfermedades; darles un diente de ajo molido para la diarrea.  

-La anécdota de la gallina pródiga: cuenta Pedro la historia de una gallina que desapareció. O se había escapado, o se la había comido el runcho o el dos patas. Lo cierto es que ni más se supo de la gallinita. Su mamá y él ya la daban por perdida cuando volvió caminando así—Pedro  entonces abre las piernas un poco, las flexiona levemente, saca pecho y le da la vuelta a la estufa, absolutamente cagado de la risa. Traía detrás, lo más orgullosa, catorce pollitos. Quién sabe que les dio de comer, pero volvió con todos sus pollitos. 

1 comentario: