martes, 26 de mayo de 2009

La huerta de paseo

Técnicamente la huerta NO se fue de paseo, para los que tenían dudas, mas sí la que desyerba la huerta y documenta sus verdes vaivenes. El paseo tuvo dos escalas, la primera laboral (Colimba) y la segunda no tanto (Cali).


En el resguardo de Colimba, Nariño, hicimos el tercer taller de un proyecto de la Biblioteca Nacional en el que ando trabajando. Además de pagar dos visitas a dos mujeres doctas en la medicina tradicional indígena (existe, por ejemplo, un mal que llaman “el espanto” y le da a los bebés cuando se caen y el “mal aire” que se manifiesta con pereza, cansancio, pesadillas y mala digestión), recibí de manos de Elizabeth, la nueva bibliotecaria de Colimba una bolsa de dos tubérculos absolutamente desconocidos y muy parecidos a los cubios: uyuco y oca. Pronto estarán bajo tierra en la terraza de Bogotá, donde creacen por ahora y sin mucho éxito unas matitas de cilantro, tomate, menta y tomillo, a manera netamente experimental.


También hicimos parada técnica-turística donde encontré, además de una llama con sombrero mexicano, una placa de agradecimiento a la Virgen del generalísimo Rojas Pinilla y una oveja de dos cabezas en el museo religioso (!)








En Cali, además de sazonar el estómago con frituras y tragos y hierbas, recogí dos especimenes de enredaderas que ya están en vías de reproducción y unas citas de In Defense of Food, de Michael Pollan, muy pero muy apropiadas para el ejercicio que es la huerta y su encarnación virtual:

“Food reclaims its store, and some of its nobility, when the person who grew it hands it to you. [...] Shake the hand that feeds you.” MP

“Eating with the fullest pleasure—pleasure, that is, that does not depend on ignorance—is perhaps the profoundest enactment of our connection with the world. In this pleasure we experience and celebrate our dependence and our gratitude, for we are living from mystery, from creatures we did not make and powers we cannot comprehend.” Wendell Berry

“By breaking the links among local soils, local foods, and local peoples, the industrial food system disrupted the circular flow of nutrients through the food chain. [...] Food consists not just in piles of chemicals; it also comprises a set of social and ecological relationships, reaching back to the land and outward to other people.” MP

 

domingo, 17 de mayo de 2009

El huevo y la gallina

Pedro y Linda me dieron hace una semana la más memorable lección sobre gallinas ponedoras criollas. Tan memorable, que cuando la repetí frente a Blanca, ella aprobó (y complementó) el conocimiento impartido en la cocina del hotel. Estaba también en la cocina del hotel el nuevo ayudante de cocina, espectador silencioso del intercambio entre Pedro y Linda, quienes pasaron su infancia en el campo y me dieron todas las explicaciones para criar gallinas ponedoras orgánicas, las cuales enumero para facilidad lectoril (y escritoril, ya que son las 10:39 p.m. y debería estar haciendo otra cosa distinta a pensar en los huevos del gallo y la gallina):

1. Hay que tener unas gallinas en edad de poner y otras cuantas más jóvenes para que no se acabe la ponedera cuando las más viejas se enculequen. Para que las gallinas no se pongan nerviosas o se distraigan mucho, ponerles un gallo es lo más aconsejable.

2. Una gallina culeca (y esto va en contravía del dicho que yo conocía) es la que se queda quietita en el nido con ganas de empollar huevitos. Cuando esto pasa…

3. …se ponen unos diez a doce huevos fertilizados debajo de la gallina (según Blanca, el número de huevos tiene que ser impar) para que la gallinita los empolle.

4. Es de vital importancia poner un aro de metal alrededor de los huevos para que no se truenen, esto quiere decir que cuando hay tormenta eléctrica algo en el aire hace que los pollitos en gestación perezcan. Esto también lo confirmó Blanca.

5. Los huevos empollados que no nacen se les dicen guerados o chuchos. Pedro y Linda opinan que estos huevos son muy buenos para curar la anemia. Blanca, por el contrario,  casi se guasquea de pensar en el remedio.  

6. Más importante aún es no dejar que la gallina, por buscar comida lejos del nido, deje enfriar los huevitos y estos se mueran.

7. Cuando nazcan los pollitos, es de vital importancia no mirarlos y mucho menos tocarlos. De lo contrario, la gallina mata a su cría. Lo que se llama entecar al animalito. (Pasó hace muchos años en la finca vecina que una cabra dio una cría de dos y ambas se las manyó. Cuando esto yo debía tener unos ocho años y quizás leí el evento como un signo más de que el carro se nos iba a ir por el hueco del Salto del Tequendama, una no muy sana obsesión que me llevó, desde muy joven y por varios años, a hacer hechizos imaginario con hierbas y encantos para salvaguardar a la familia de la tragedia.)

8. Para que las gallinas que sí están poniendo se acostumbren a dejar su huevo diario en el lugar indicado se deja un huevo vacío en el nido. También, según Blanca, se puede poner un pinpón.

-Para las gallinas que andan sueltas: espiar cuidadosamente a las gallinas que ponen por fuera del corralito. Para encontrar los huevos (y presiento que de acá nace la tradición de los huevos de pascua), hay que encerrar las gallinas hasta que tengan ganas de ir al nido y seguirlas con muchas cautela. Claro que si ven que uno las sigue, se hacen las bobas y empiezan a arañar el suelo y a comer gusanos hasta que uno se voltea y zas!, corren al nido. Motivo por el cual, cuenta Pedro, su técnica predilecta consiste en treparse a un árbol para espiar desde las cumbres más leñosas los caminos secretos de las gallinas renegadas.

-Remdios: agua de sauco y limón en el bebedero para prevenir la gripe; limpiar el bebedero y el corralito cada 3 días para evitar enfermedades; darles un diente de ajo molido para la diarrea.  

-La anécdota de la gallina pródiga: cuenta Pedro la historia de una gallina que desapareció. O se había escapado, o se la había comido el runcho o el dos patas. Lo cierto es que ni más se supo de la gallinita. Su mamá y él ya la daban por perdida cuando volvió caminando así—Pedro  entonces abre las piernas un poco, las flexiona levemente, saca pecho y le da la vuelta a la estufa, absolutamente cagado de la risa. Traía detrás, lo más orgullosa, catorce pollitos. Quién sabe que les dio de comer, pero volvió con todos sus pollitos. 

Los vegetales informan

Es mayo 17 y las noticias de la huerta vienen pintadas de alegre verde, flores que presagian más frutos y un nuevo vecindario vegetal. Las habichuelas, en su primerísimo vuelta, rindieron 1.5 kilos de largas, jugosas y dulces vainas. Falta aun mucho por recoger de solamente seis plantas, pues unas se alzan hasta dos metros de altura, coloreadas todavía con flores blancas de centro amarillo, mientras las más atrasadas auguran la extensión de la cosecha por muchas más semanas.



Mis tomates, José concedió, están mejores que los de él, menos altos y con más frutos. Se ven sanos (aunque aún no canto victoria) y muchos brotes peludos de flores delicadamente amarillas anuncian la venida de más tomates verdes y brillantes. Hoy repetí la dosis de ortiga y heliconia, pues al menos daño no han hecho.

El cilantro, José también concedió en este punto, está arbustoide, casi, y mejor que el suyo. Las plantas de alzan airosas y están tan llenas de flor que parece que no volveremos a comprar semilla. Al menos ese es el plan, poder tener un permanente parche de cilantro para la cocina.

Por otro lado, una tercera y nueva cama fue añadida hoy, con la invaluable ayuda de José. Después de una no muy prolongada sesión de azadón, armamos tres largas heras, donde sembramos las seis variedades de fríjoles y arvejas enviadas por Juliana desde NYC: Tall sugar snap pea, Big red ripper southern pea, Mammoth melting show pea, Blue capuchina pea, Green pod asparagus pea, Oregon sugar pod pea. Ojalá las plantas sean tan bellas como sus nombres. 

miércoles, 13 de mayo de 2009

Aportes de San Juan de Arama, Meta

Gonzalo es el yerbatero bueno. El otro, a quien llaman Yerbabuena, tiene malas referencias y genera no poca reticencia: dicen que el tipo hace brujería de la negra con plantas. De Gonzalo dicen, en cambio, que hace sahumerios todas las tardes en una bata blanca. Tiene en la casa una silla de barbero antigua en perfecto estado, para peluquiar vecinos y una máquina de cocer Singer tapada con una capa de lona oscura para “coser pantaloncitos”.

Es paisa y se conoce todas las hierbas que ha plantado en su solar enorme, enorme y verde como los otros dos que conocí en San Juan. El amor por la plantas en ese pueblo, por el orden, la limpieza y la buena disposición de los espacios es evidente tan pronto se cruza el umbral de una casa sanjuanera. Después de retratar muchas plantas y anotar rápidamente sus preparaciones medicinales, le pedí a Gonzalo un pie de romero que ojalá pegue. Los tomates, que tiene los más lindos que yo haya visto (colgados de una estaca de bambú, por cierto) según él sólo requieren ser bajados cuando están pintones. También ayuda estar pendiente de los plagos que los atacan. Claro, y tener una mano verde y prodigiosa.

--Eso es coca silvestre--me dijo al oído el bibliotecario, Aurelio Higuita Pulgarín, cuando me quedé mirando intensamente un árbol alto, tronco clarito, de hojas brillantes y ovaladas como un ficus, con frutitos de rojo intenso más alargados que la pepa de holi. Recogí semillas frescas, secas y unas germinadas. También, alrededor de la biblioteca en las cercas que la rodean biblioteca encontré unas matas de ají pajarito rojo, como unos cachitos escarlatas de un centímetro. Además, cuando Pulgarín me mostró la palma de la entrada que acaba de limpiar, recogí del suelo un hijito que se salvó de la limpia.

Quizás falte temperatura en Santandercito, pero nada que las maticas no se emocionen y peguen. Como dijo la señora de la familia Calderón que también nos descubrió los secretos medicinales de su solar, “a las matas yo les hablo, pero también las regaño cuando van atrasadas.” Y qué belleza de matas las que tenía esa mujer.  

domingo, 10 de mayo de 2009

"Hope my heart goes first, I HOPE MY HEART GOES FIRST!"

"Breathe... easy
Your hands will remain empty
When you have stopped clutching at straws
Clean two bad memories
Forget all the insufferable bores
No one matters
(No one matters)
No one cares   

[...]
 
I have broken down 
Into the naked breasts of a newly ex
And no dignity, I can only guess
That she thinks about it
When she touches herself

Shout at the world because the world doesn't love you!
Lower yourself because you know that you'll have to!" 
Miserabilia, Los Campesinos


"Absence makes the heart grow fonder
Fondness makes the absence longer
Length loses my interest
I'm a realist, I'm insatiable
So, ten days until I fly
But that was before your reply"
We are beautiful, we are doomed, Los Campesinos





miércoles, 6 de mayo de 2009

El machete, la nueva herramienta terapéutica

La tarea era la siguiente: demarcar entre el pasto de corte, que colinda con mi huerta, la zona donde estarán las nuevas arvejas.

Pero antes de cortar el pasto elefante, colgar el tomate. La propuesta: usar palos de heliconia como soportes. Igual el tomate va a salir picho, lleno de gusanos y cosas imposibles de describir. Porque el tomate es así y el que no lo es, es porque viene cargado de mucho veneno. Hace dos años y también hace un año se dio de manera silvestre y espontánea una mata de tomate cherry espectacular. Los tomatitos crecían sanos y los recogimos en cantidades tal que hasta hicimos guiso de tomate cherry. La mata creció feliz entre un bosquecito de heliconias.

Además de usar los palos de heliconia, también hice picadillo algunas hojas y las puse alrededor. Para qué? No estoy muy segura, pero fue divertido cortarlas. Hechas esa tarea, pensé que tocaba experimentar con la otra hilera, la cual rodeé de matas de ortiga cortadas en picadillo que transporte con agarraderas hechas de hojas de plátano (también cortadas de un tajo limpio con el machete).

Con el corte del pasto arrancó la emoción pura y dura de mi acero filudo. Con derechazos y izquierdazos, estilo Agassi, empecé a mochar el territorio en el que sembraré la arveja. Cuchin!!! Chin!!! Y a cada sablazo caían las hojas de pasto desmayadas a mis pies, que recogí con abrazos de oso que, claramente, me dejaron los brazos llenos de cortes y rasquiñas.

Pero vuelvo al machete, que me recordó los días cuando con mi primo Santi nos armábamos de unas varas largas y flexibles de bambú y caminábamos por las carreteras destapadas y potreros, boliando vara, azotando hierbas que caían derrotadas con los zumbidos de nuestras armas. Santiago en esa época era un adolescente en pleno desarrollo, cargado de rabia y frustración joven. Quizás el ejercicio le significaba mucho más que a mí, niña feliz de haber descubierto un pasatiempo sanamente destructivo del mismo orden que fumar varitas de helecho (ese sí lo descubrí yo).

El machete tuvo la función que ayer tuvo subir a pie a la finca vecina y bajar corriendo en la oscuridad, las flexiones de mis calistenias matutinas, las conversaciones con los perros y hasta la berreada al son de Magnolia, la película de PT Anderson: tontos desfogues de dudas mil. 


Nota importante: la habichuela ya casi da cosecha y crece y crece!!!